Antiguamente, hace mucho, mucho tiempo, en Orxeta, un pueblecito muy pequeño, hubo una sequía grandísima.
Allí, unos albañiles estaban construyendo una ermita, pero como no había agua, tuvieron que parar la obra.
Pasó por allí un anciano muy viejecito y les preguntó por qué habían parado la obra. Los albañiles le dijeron que no tenían agua y que no podían trabajar.
El anciano les dijo:
– Venid conmigo, yo os llevaré a un sitio donde hay agua.
El anciano les dijo eso, pero cuando llegaron al sitio indicado, allí no había agua.
El anciano les dijo:
– Haced un agujero muy profundo en el suelo.
Así lo hicieron, y de allí brotó el agua, desde lo profundo del pozo que habían hecho.
Antes de despedirse, el anciano les encargó que al pozo que habían hecho, le pusieran el nombre de Tomás.
El ‘Pozo de Santo Tomás’, desde ese día, no se ha secado nunca.
Autora: Rosi (alumna de primaria del C. P. Vicente Lino Ferrándiz).