Realmente emblemático en la industria orchetana de principios del siglo XX fue el horno cerámico de El Teular, cuyos restos constituyen hoy uno de los testimonios de arquitectura industrial tradicional más importantes del municipio.
Estuvo activo aproximadamente desde el último tercio del siglo XIX hasta la década de los setenta del siglo XX, incapaz ya de hacer frente a la competencia de La Robella, un complejo industrial de mayores dimensiones que se instaló en el término de La Vila Joiosa, el cual incorporó importantes innovaciones tecnológicas y productivas para la época, y absorbió todo el mercado de la zona.
Su producción estaba enfocada al abastecimiento de materiales de construcción, especialmente tejas (de tipo curvo o “moruno”), ladrillos huecos (“rajoles”) y los característicos “matacans” o pisos decorados con incisiones (una especie de número tres dibujado con los dedos sobre el barro cuando todavía está fresco, que se empleaba sobre todo en las plantas bajas de las viviendas, para evitar el deslizamiento de las caballerías). Todos ellos son elementos propios de la arquitectura popular de la Marina Baixa, una producción que no sólo abasteció a los habitantes del lugar, sino también a las poblaciones de los términos colindantes, donde todavía es fácil encontrar su rastro en las viviendas más antiguas de Finestrat, Relleu o La Vila Joiosa.
En su organización espacial todavía podemos distinguir varios elementos:
- La cantera de arcillas, a las faldas de “La Corona”, de donde se extraía una materia prima de calidad reconocida.
- La era, en primer término, que servía de lugar de descarga, trituración y secado de las tierras.
- Las balsas de levigación y sedimentación (donde se depuraba la arcilla de piedras, gravas y otros elementos indeseables).
- La nave, donde estaban situados los estantes para el secado del género y se almacenaban los útiles necesarios.
- Los hornos, donde en el momento oportuno era llevada la mercancía para su cocción.