Las prospecciones arqueológicas efectuadas en el municipio han dado como resultado la localización de varios reductos de población ibera, próximos al curso fluvial del río Sella, y situados sobre pequeños promontorios, características todas ellas muy acordes con el patrón de asentamiento de esta cultura.
Con la cultura ibera, la configuración del hábitat de las etapas precedentes y la estructuración del poblamiento van a cambiar. Por primera vez, podemos hablar de verdaderas ciudades que controlan políticamente y económicamente un territorio donde se asientan otros núcleos de población dependientes de aquellas, de carácter preferentemente agrícola. Este territorio puede incluso aparecer defendido por atalayas, dispuestas en puntos estratégicos, que aseguran la vigilancia de las fronteras.
Efectivamente, sabemos de importantes núcleos ibéricos en la Marina Baixa, como en el Tossal de la Cala (Finestrat-Benidorm), Altea, Calpe o en la propia Vila Joiosa, que funcionarían como eje vertebrador de un territorio más amplio y jerarquizado.
Probablemente, las evidencias materiales encontradas en Orxeta correspondan al tipo de asentamientos menores insertos en el ámbito de influencia de un oppidum principal, como podría ser perfectamente el de La Vila Joiosa, dedicados fundamentalmente a actividades agropecuarias y reuniendo condiciones similares de proximidad a cursos de agua, tierras productivas y vías de comunicación naturales, así como una posición geoestratégica que permite un excelente control del territorio y su fácil defensa.